La psicología en América Latina enfrenta un doble desafío: por un lado, el peso de su herencia occidental, marcada por un racionalismo que privilegió modelos cuantitativos y reduccionistas; por otro, fenómenos humanos complejos como las adicciones, que ponen en evidencia los límites de tales enfoques. Los textos de Daniel Alessandro López Champet y Mauricio Ramos González abordan desde distintos ángulos en torno a la necesidad de una psicología crítica, contextualizada y profundamente humana. El primer trabajo, Adicciones: un acercamiento psicoanalítico de Ramos González recuerda que la toxicomanía no se explica por la mera exposición a sustancias. Más bien, expresa el dolor no nombrado, el vacío existencial y las heridas tempranas que no encuentran cauce simbólico. La adicción aparece como un “acto” que sustituye al lenguaje cuando este resulta insuficiente. El psicoanálisis ofrece así una lectura humanizadora: no se trata de condenar moralmente al consumidor, sino de acompañar su búsqueda de nuevas significaciones y de alternativas para habitar el sufrimiento. En sintonía, pero desde otro ámbito, Psicología occidental: una reflexión crítica sobre su devenir señala que gran parte de la disciplina se ha consolidado como instrumento de reproducción cultural. Su énfasis en el individuo, en la patología y en el autocontrol ha reforzado estructuras neoliberales, patriarcales y coloniales, desplazando saberes indígenas y afrodescendientes. López Champet propone, en cambio, una psicología situada en las realidades sociales, históricas y culturales de América Latina, capaz de integrar subjetividad, comunidad y memoria colectiva en lugar de limitarse a replicar esquemas importados. Ambos textos, aunque distintos en objeto, convergen en un llamado común: la urgencia de repensar la psicología como ciencia de la subjetividad y la cultura, no como simple técnica de control o mercado de servicios. En un continente marcado por desigualdades, memorias coloniales y crisis sociales, la disciplina debe recuperar su potencial transformador. Una psicología latinoamericana crítica y humanista, atenta a los contextos y al sufrimiento humano, constituye no solo una necesidad académica, sino también una responsabilidad ética y política impostergable. Bienvenidos a ALTAmira 39.