Las crisis económicas experimentadas en las últimas décadas manifiestan los síntomas de un sistema económico mundial basado en la sobreproducción y exportación de los países asiáticos dirigida al consumo occidental, comprometido al crédito que demuestran las fallas del modelo vigente. Tanto China como los Estados Unidos deben cambiar sus patrones de producción y consumo respectivamente para evitar posteriores desequilibrios macroeconómicos que afecten la economía global.