La psicología como ciencia y profesión en América Latina requiere de un profesional comprometido y atento a las necesidades de la población, con prácticas responsables e idóneas que aporten al buen vivir de la comunidad. Hace falta para ello ampliar la mirada del padecimiento psíquico de un individuo hacia los componentes del proceso salud-enfermedad del grupo, comunidad o cuerpo social. Así el psicólogo puede participar no solo en cómo se atiende el sufrimiento psíquico y sus secuelas, sino también en la promoción y prevención de la salud desde las necesidades colectivas.